El señor Martín López, sepulturero de Xalapa, Veracruz, compartió su experiencia y reflexiones sobre su labor. La entrevista se desarrolló en un tono ameno, donde Martín, con voz suave y tranquila, respondió cada pregunta con evidente conocimiento y experiencia.
“Nuestra labor es, esencialmente, ser sepulturero. Tenemos que hacer la inhumación, ese es el término que se le da; sepultar es inhumar. Y, al cabo de 7 años se puede utilizar la propiedad. Entonces el procedimiento es la exhumación”.
La labor de Martin no es únicamente hacer un agujero en donde se pueda introducir un ataúd, sino que de igual manera desocupa tales gavetas, sacando los restos y pertenencias de los fallecidos para ser utilizadas de nuevo y procurar así su uso a largo plazo.
Hay que reconocer que trabajos como este son pasados por alto debido a la ignorancia o simple inocencia, dejando de lado que trabajadores como Martín fungen como una parte esencial en el funcionamiento de nuestra sociedad. Como le comentaba a Martín durante la entrevista: creo en que hay trabajos que requieren valor por lo peligrosos que son y hay otros que lo requieren únicamente por lo que es. Sin embargo, Martín con mucha confianza me comentó lo siguiente:
“Yo la verdad no pensé que iba a terminar en este trabajo… mi familia, mi abuelo trabajó aquí, se jubiló. Mi padre entró a trabajar, pero pues… El destino tal vez quiso que quedara yo en dicho puesto, él estuvo casi 45 años dando servicio aquí y pues llegué con la idea de experimentar el por qué mi familia quiso este oficio. Mi padre me enseñó a valorarlo y bueno, aquí estoy desde hace 10 años”.
Posteriormente, Martín me dio la oportunidad de conocer más a fondo las implicaciones que conlleva esta labor, tales como riesgos o gajes del oficio.
“Es un trabajo de campo. Ya sea que el clima este agradable o por las lluvias están los truenos o las granizadas y es necesario sepultar, tenemos que hacerlo, no tenemos que decir no, sino que si ya está programado y está lista la propiedad para que se haga el servicio, lo tenemos que hacer”.
Añadió también que hay varios factores que pudieran afectar su salud e integridad.
“Si los restos están sellados, tienen un gas y a la hora de que vamos destapando, ese gas se libera y entonces sí son un poquito tóxicos. Las autoridades sí nos han proporcionado equipo… pero si le soy honesto, como este trabajo es de antaño, el panteonero antiguo tenía la creencia de no ocupar ese tipo de equipos y así nos acostumbraron a nosotros.
Nosotros así manipulamos los restos, sin guantes. Es un riesgo de trabajo, pero nosotros estamos conscientes de ello”.
He de decir que Martín es una persona que me transmitió mucha tranquilidad y aunque sus palabras pudieran darnos la idea de una persona ruda, fue todo lo contrario. Por lo que surgió en mí una incógnita en la relación que había entre su trabajo y su estado emocional.
“Somos personas con sentimientos, somos seres humanos… Entonces, a veces hemos tenido, por el tiempo, la oportunidad de conocer personas que vienen aquí. Nos dan confianza, amistad y nos piden que hagamos un trabajo. Cuando llega el momento de sepultar en esa propiedad, uno también siente el afecto, el cariño que sienten por esas personas”.
Cuando tuve la oportunidad de preguntarle si había perdido cierta sensibilidad a su trabajo, Martín con los ojos llorosos me respondió:
“Puede ser… puede ser porque, pues no solamente se sepultan personas adultas. Hay momentos en los que tenemos que hacer exhumaciones de niños o nos toca sepultar niños que por enfermedad fallecen, entonces, sí es… Ahí es cuando nos acordamos que no nada más simplemente voy a hacer la exhumación, que con todo el respeto los colocamos en una bolsa; sino que también pensamos ¿por qué? Y es cuando emocionalmente sí nos afecta… Somos seres humanos”.
Cuando somos niños, soñamos siempre con ser policías, bomberos, médicos, enfermeros; pero nunca en ser sepulturero ya que es un trabajo poco reconocido a pesar de lo importante que es y de la valentía que requiere. Sin embargo, Martín es un ejemplo de que hay quienes nacemos con vocaciones ya definidas las cuales tarde o temprano llegarán a nuestras vidas.
“Cuando era un niño me mandaban a dejarle el almuerzo a mi padre… y ya cuando yo llegaba, ellos estaban haciendo exhumaciones…Yo nunca pensé que iba a ser este mi trabajo, por la labor de mi padre. ¿Quién va a decir voy a ser un sepulturero? Pero créame que no me arrepiento, me gusta mi trabajo, mi padre me enseñó a apreciarlo”.
Video (Martín López, sepulturero de nuestra ciudad | Vida urbana Ep. 1)
Por: Oscar López A.