El Zoológico La Pastora de Monterrey, Nuevo León y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) reaccionaron tras la indignación generada en redes sociales por el estado de una osa negra americana bajo su resguardo. Parques y Vida silvestre de NL, aseguran que el ejemplar, rescatado en 2023, ha recibido atención veterinaria especializada, medicamentos, alimentación controlada y supervisión constante.


Sin embargo, la situación plantea preguntas inevitables. Si desde hace dos años existía un diagnóstico de enfermedades graves e irreversibles, ¿por qué las imágenes que circularon muestran un estado de deterioro tan visible?

La administración del zoológico insiste en que se trata de una condición irreversible, pero el contraste entre los comunicados oficiales y la percepción ciudadana abre un vacío de confianza.

Lo que se sabe hasta ahora: La osa fue rescatada en 2023 y desde hace 30 meses se encuentra bajo custodia de la UMA La Pastora.

Presenta patologías dermatológicas severas, con un pronóstico reservado según Parques y Vida Silvestre de Nuevo León.

Se contemplan dos escenarios: una recuperación que permita liberarla a vida silvestre, o la aplicación de cuidados paliativos en caso de que la enfermedad sea irreversible.

Profepa anunció que ya inició una investigación por posible negligencia en el manejo del ejemplar y que revisará a detalle su expediente clínico.

Lo cierto es que la reacción institucional llegó solo después de la presión pública. La promesa de “total transparencia” surge tras la viralización del caso, no como parte de un protocolo rutinario de rendición de cuentas.

La pregunta es por qué esa transparencia no fue parte del proceso desde el inicio, mediante informes públicos, periódicos o supervisiones abiertas. La confianza en las instituciones no se recupera con un comunicado, sino con pruebas claras y verificables de que el bienestar animal es prioridad y no un asunto que solo merece atención cuando estalla la indignación digital.