Alex Marín, uno de los rostros más visibles y polémicos del cine para adultos en América Latina, fue detenido esta semana en Puerto Vallarta, Jalisco, por presuntos delitos de explotación sexual de una menor de edad y trata de personas 

Xalapa, Ver. - De acuerdo con la Fiscalía de Jalisco, Marín, de 39 años, habría entablado una relación sentimental con una adolescente de 16 años, a quien posteriormente involucró en actividades sexuales, incluidas grabaciones de contenido explícito que circulaban en redes y plataformas de adultos. Según la acusación, también ofreció a la joven para encuentros con terceros a cambio de dinero.

 Aunque para muchos seguidores Alex Marín era una figura excéntrica y provocadora, famosa por sus declaraciones públicas y estilo de vida con múltiples parejas, para organizaciones feministas y defensores de derechos humanos su figura representaba un vacío legal y moral en una industria poco regulada, donde los límites del consentimiento y la explotación son constantemente poco claros 

Su detención no es un hecho aislado, sino el resultado de años de señalamientos, algunos documentados, sobre cómo reclutaba a jóvenes para su productora, "Solo bellezas". Este modelo de negocio, que el promovía con orgullo como una "familia abierta", ahora es visto por las autoridades como un posible entramado de abuso disfrazado de libertad sexual.

La historia de Marín, quien se presentó por años como un "visionario digital" en la creación de contenido explícito, ha dado un giro radical. Su figura ahora se asocia con los delitos más graves dentro del sistema penal: la corrupción de menores y la trata de personas con fines sexuales.

El Gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, exhortó a otras posibles víctimas a presentar denuncias. Por su parte, colectivos feministas piden que se investigue a fondo no solo a Marín, sino a toda la red de producción, distribución y plataformas que podrían haber lucrado con este tipo de contenido.

Mientras tanto, Marín enfrenta un proceso judicial que podría marcar un antes y un después en la manera en que México aborda la intersección entre libertad sexual, plataformas digitales y protección de menores.

Su caso plantea preguntas profundas:¿dónde está la línea entre lo consentido y lo manipulado? ¿Hasta qué punto la industria del porno, en su versión digitalizada y viral, puede escudarse en la "voluntariedad" de quienes participan?

Por: Antonio Almendra