Néstor Vázquez Pineda

Últimamente he visto muchas publicaciones, comerciales y discursos políticos que dicen cosas como: “Si él pudo lograrlo sin nada, tú también puedes”, o “no tener recursos no es excusa para no triunfar”. Suena bonito… pero en realidad es una forma muy disfrazada de ignorar la pobreza.

Nos quieren hacer creer que sufrir y salir adelante es admirable, cuando en realidad debería ser inaceptable que millones de personas vivan en carencias extremas. En México, más de 46 millones de personas viven en situación de pobreza, según datos del CONEVAL (2023). ¿Eso es motivo de orgullo nacional? ¿O de vergüenza para el sistema?

Claro que hay historias de superación increíbles, como la de un niño que camina kilómetros diarios para ir a la escuela o la de una madre que vende tamales para pagarle la universidad a su hija. Pero romantizar esas historias solo sirve para justificar que el Gobierno no haga su parte.

No se trata de inspiración, se trata de justicia. Nadie debería tener que estudiar con hambre, trabajar desde niño, o vender dulces en la calle para pagar su educación. Nadie debería aplaudir que alguien se gradúe “a pesar de la pobreza” sin preguntarse por qué esa persona tuvo que pasar por tanto.

Cuando aplaudimos la pobreza como si fuera una virtud, le estamos diciendo a quienes sufren: “tu esfuerzo es suficiente, aunque el país te falle”. Y no. El esfuerzo personal importa, sí, pero no es justo exigirle tanto a quien no tiene nada mientras otros lo tienen todo con más facilidades.

No necesitamos héroes que sobrevivan la pobreza. Necesitamos gobiernos que la eliminen. Y una sociedad que deje de romantizarla y empiece a combatirla con política pública, educación gratuita de calidad y empleos bien pagados.